La crisis climática obliga a las empresas productoras de frutas y hortalizas a reorientar sus estrategias hacia cultivos más valiosos y con mayor eficiencia en el uso del agua.
La crisis climática obliga a las empresas productoras de frutas y hortalizas a reorientar sus estrategias hacia cultivos más valiosos y con mayor eficiencia en el uso del agua.
El Oeste de EE.UU experimenta una mega sequía en los últimos veinte años, y la crisis del agua ha adquirido una gravedad sin precedentes desde que se llevan registros (1854).
Es un efecto directo del cambio climático (calentamiento de la atmósfera). California, el mayor Estado de la Unión, ha tenido que establecer la emergencia hídrica prácticamente en todos los condados; y la producción de frutas y hortalizas del Valle Central, que abastece a todo el mercado norteamericano, se enfrenta a una situación verdaderamente crítica, ya que se suma a esta carencia el riesgo de la proliferación de incendios por los calores extremos en todo en el Norte del Estado, especialmente en la temporada seca (de mayo a septiembre).
Hay que agregar que en términos climáticos geográficos, y de régimen de lluvias, California y Nevada constituyen una unidad.
El negocio frutihortícola californiano tiene un valor de más de U$S 50.000 millones por año; y el agravamiento de la sequía hace que ahora la producción se oriente hacia los cultivos más valiosos, ante todo los melones, y abandone los de menor valor y mayor consumo de agua, como son los espárragos.
También se ha abandonado de forma prácticamente absoluta el cultivo del algodón y la alfalfa, y se ha optado por la uva, el ajo, las zanahorias y la cebolla.
Los lagos que han sido históricamente los reservorios tradicionales, como el Shasta y el Oroville, están prácticamente agotados o en camino de desaparición, lo que acentúa el vuelco a los productos de mayor valor y de menores exigencias hídricas.
El régimen de utilización de agua de profundidad es controlado en forma unificada desde la capital Sacramento; y destina a cada productor sólo 25% del agua que utiliza tradicionalmente; y ahora ese porcentaje se ha reducido a sólo 5%.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) elaborado por 234 científicos de primera línea, patrocinados por Naciones Unidas, prevé que la temperatura promedio global alcanzará 1.5 Grados centígrados / °C por encima de los niveles preindustriales en 2040; y que aun con recortes drásticos de la emisión de dióxido de Carbono (Co2) la temperatura continuará aumentando al menos hasta 2050.
Esto significa que asegura la proliferación de eventos catastróficos provocados por los calores extremos, en una tendencia que se acentuaría entre 2040 y 2050.
La temperatura del planeta aumentó 1.2 Grados Centígrados en 2020, debido a una emisión de CO2 que ascendió a 32 gigatonnes, y esto ocurrió con un promedio de elevación de 1.1° C en los últimos 10 años; y el IPCC agrega que para que la temperatura aumente “…solo 1.5°C en 2050 es preciso que en ese momento haya Cero (0%) de emisiones de Dióxido de Carbono (CO2)”.
El IPCC señala que es preciso recortar en gran escala el Gas Metano emitido por la producción agrícola y la industria ganadera, que si bien es menos potente que el CO2 –sólo 1/3 de este último- tiene mayor capacidad contaminante y un poder superior de absorción de calor.
En el Sudeste de EE.UU (California /Nevada / Utah /Arizona) el periodo de sequía extrema era de 30 días en 1970, y ahora ha trepado a 45 días; y el resultado ha sido el surgimiento de incendios más severos, sucesivas cosechas fracasadas, e insuficiencia de alimentación natural para el ganado y los animales silvestres.
Se prevé para la próxima primavera que la intensidad de las sequía en esta subregión pueda afectar a más de 74 millones de personas.
Esto implica no sólo menores lluvias, sino su concentración en forma de grandes y escasas tormentas, acompañadas por prolongados periodos de sequía extrema, donde la regla es que a medida que escalan las altas temperaturas, la sequía es cada vez mayor, y recíprocamente.
La economía norteamericana, la mayor del mundo (U$S 22.6 billones / 25% del PBI global) fue la más proliferante del planeta por la emisión de CO2 en el periodo 1930 / 1980, en que se desplegó plenamente la 2da. Revolución Industrial, cuya industria líder fue la automotriz.
El insumo básico de la actividad automotriz fueron los hidrocarburos, especialmente las naftas de gran octanaje, que son las más polucionantes.
Ahora EE.UU se ha sumergido en la 4ta. Revolución Industrial con su menor exigencia de materias primas y fuerza de trabajo, en la que el carácter polucionante de la emisión de CO2 se ha reducido drásticamente.
EE.UU como siempre –en este caso el Oeste Norteamericano- adelanta el futuro, y se convierte en una advertencia.