Pero los estándares deben ser afinados
Bonn, 7 de julio de 2016 – Desde su emisión por primera vez en 2008 por el Banco Mundial, los bonos verdes han presentado una historia de crecimiento. Los analistas prevén su incremento, impulsado por la demanda, los proyectos respetuosos con el clima y la aprobación del Acuerdo de París sobre el cambio climático en diciembre del año pasado.
Las características de los bonos verdes no son muy diferentes a las de los bonos regulares. Ambos tipos de títulos ofrecen rendimientos predecibles para los inversionistas en forma de un cupón fijo a cambio de financiamiento de mediano a largo plazo para actividades económicas. La diferencia es que el objetivo principal de un bono verde es financiar proyectos que generen beneficios medioambientales, para lo que se requiere de un método de evaluación confiable durante el ciclo de vida de la inversión.
Sin embargo, aún se trabaja en los requerimientos que garanticen la credibilidad de los bonos verdes. El mal uso de las ganancias puede dañar reputaciones y a los propios mercados, por lo que los inversionistas están demandando estándares sólidos y transparentes.
A pesar de las interrogantes y los problemas a resolver, el futuro de los bonos verdes es prometedor. Se espera que el conjunto de planes nacionales para la acción climática que fundan las bases del Acuerdo de París impulsen las inversiones de gobiernos y empresas en proyectos de gran escala respetuosos con el clima y con rendimientos transparentes, proporcionando un terreno fértil para la emisión de más bonos de este tipo.
Un nuevo enfoque para instrumentos reconocidos
Las organizaciones utilizan los bonos para pedir préstamos a tasas más bajas que las de los préstamos bancarios. Una vez que son etiquetados como verdes, las ganancias estimulan a las energías renovables, la eficiencia energética, la sostenibilidad, la biodiversidad y la infraestructura limpia.
Los inversionistas institucionales compran estos bonos para aumentar su exposición a los activos verdes y para diversificar sus carteras. El banco sueco SEB indicó que hasta el momento 250 instituciones tienen al menos un bono verde en sus carteras.
El crecimiento del mercado es indiscutible. Sólo se vendieron 3 mil millones de dólares en bonos en 2002, mientras que entre 2013 y 2014 el mercado se expandió a 36,6 miles de millones de dólares, según Climate Bonds Initiative.
La agencia calificadora Moody’s espera que las ventas de estos instrumentos superen los 50 mil millones de dólares este año, un incremento en comparación con los 42 mil millones de dólares de 2015. El banco HSBC es aún más optimista, con una previsión de entre 55 y 80 mil millones de dólares. Esto elevaría el saldo total de los bonos verdes emitidos a un rango de entre 133 y 158 miles de millones de dólares.
Aun así, existen desafíos y oportunidades. Estos números representan sólo el 0,06% del mercado mundial de bonos, que tuvo un valor aproximado de 87 billones de dólares al final del tercer trimestre de 2015, según el Banco de Pagos Internacionales.
El transporte y la energía encabezan las emisiones de bonos verdes (Fuente: Climate Bonds Initiative)
Nuevos emisores
Hasta 2012, la emisión de bonos verdes era predominantemente realizada por bancos multilaterales y el Banco Mundial. Dos años más tarde, una tercera parte de las emisiones fueron realizadas por empresas de los de sectores de la energía, los servicios públicos, los bienes de consumo y las bienes raíces, según un reporte de la firma de auditoría, impuestos y asesoría KPMG.
También, los bancos nacionales de desarrollo se están incorporando al mercado. En enero, China aprobó la emisión de dos bonos con valor de 15,2 mil millones de dólares del China Industrial Bank y el Shanghai Pudong Development Bank.
El sector público también ha entrado al juego. Estados y gobiernos locales de los Estados Unidos han emitido 7,5 miles de millones de dólares en bonos verdes desde 2010, según datos de Bloomberg.
En febrero, la Autoridad Metropolitana del Transporte de Nueva York (MTA, por sus siglas en inglés) emitió 500 millones de dólares en bonos verdes para financiar la renovación y modernización de su infraestructura. Así mismo, la corporación implementó una campaña publicitaria para vender estos bonos a los neoyorquinos.
En el sector empresarial, Apple entró en este mercado en febrero con la emisión de 1,5 miles de millones en bonos verdes para proyectos de energía limpia. El fabricante de dispositivos móviles incluye a estos títulos como parte de su estrategia medioambiental y promueve que sus proveedores utilicen energías limpias. Por su parte, HSBC prometió mil millones de dólares para una cartera de bonos verdes, sociales y de sostenibilidad enfocada en energías renovables, eficiencia energética, transporte limpio, adaptación y otros sectores relacionados. Así mismo, Toyota fue el primer fabricante de automóviles en emitir un bono verde en 2014. En junio de 2015, la automotriz japonesa vendió más de 1,2 miles de millones de dólares de estos instrumentos.
El amplio interés en los bonos verdes por parte de la banca multilateral, nacional y del sector privado, así como de ciudades, regiones y empresas, ha consolidado una plataforma sólida para un mayor crecimiento.
Distribución geográfica de las emisiones de fondos verdes (Fuente: Climate Bonds Initiative)
Una herramienta para implementar el Acuerdo de París
Pero el mercado de bonos verde no sólo está creciendo, también puede ser una herramienta para implementar el Acuerdo de París, de acuerdo a Andrew Whiley, responsable de comunicación de Climate Bonds Initiative.
El Sr. Whiley espera que estos títulos sean parte de las conversaciones de la conferencia sobre cambio climático de la ONU en Marrakech, Marruecos, en noviembre próximo. Esto gracias a que los países necesitan instrumentos financieros de gran escala para financiar el desarrollo sostenible y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Señaló que «la conexión entre los bonos y el financiamiento climático no siempre fue tan obvia como ahora. Estos instrumentos desempeñaban un papel marginal, pero su expansión no era generalizada. Eran un método de nicho, pero ahora se ha llegado a la conclusión que los bonos verdes podrían ser una ruta importante para la conversión de las contribuciones determinadas a nivel nacional en acción climática».
Michael Ridley, Director de Bonos Verdes y Crédito Corporativo de HSBC, coincidió en el impacto del histórico Acuerdo al señalar que «las exitosas negociaciones sobre el cambio climático en París en diciembre pasado deberían llevar a agencias, bancos y empresas a identificar más proyectos verdes que requieran financiamiento.»
El Sr. Ridley afirmó que la comunidad financiera se ha puesto al día con estos instrumentos. Indicó que la «agencia calificadora Moody’s comienza a evaluar nuevos bonos verdes, lo que debería estimular la emisión de bonos verdes en la segunda mitad de 2016, en particular con emisores y clientes de Estados Unidos. Muchas instituciones de los Estados Unidos no están familiarizadas con las organizaciones europeas que proporcionan opiniones y verificaciones independientes».
El Sr. Whiley consideró que la corporación MTA da un buen ejemplo de acciones concretas y cotidianas. Al fin y al cabo, más de 8,5 millones de personas viajan en su red todos los días, ayudando a limitar las emisiones. Precisó que «la gente no necesita ser súper inteligente para invertir en estos bonos. Son una inversión segura y la gente comprende (su efecto en el desarrollo del transporte público).»
Definir «verde»
La recaudación de fondos con bonos verdes debe conllevar obligaciones medioambientales, por lo que los proyectos financiados con estos bonos deben ser examinados. Se debe cuestionar si son lo suficientemente verdes para evitar acusaciones de que son engañosos y no son lo suficientemente respetuosos con el clima. Por esta razón existen dos conjuntos de normas para denominar a los bonos verdes.
Por un lado, los principios de los bonos verdes (Green Bond Principles, en inglés) han sido aprobados por 50 grandes emisores, aseguradores e inversionistas. Estos establecen criterios de divulgación y hacia dónde pueden ser canalizados. Un consultor externo puede dar una segunda opinión sobre la estructura de los bonos y de los proyectos financiados.
La ONU también respalda a los bonos verdes que ayuden a refinanciar al mecanismo para un desarrollo limpio (MDL) a costos de interés más bajos. Los bonos dan acceso a los inversionistas a proyectos verificados como bajos en emisiones de carbono en economías en desarrollo. El mecanismo generó un flujo financiero de más de 138 miles de millones para proyectos respetuosos con el clima.
Por otra parte, Climate Bonds Initiative propuso la norma de bonos climáticos (Climate Bonds Standard, en inglés). La organización proporciona un modelo que abarca la energía eólica y la solar, así como edificios de bajo consumo energético y medios de transporte. Además, hace obligatorias las auditorías realizadas por profesionales independientes.
Sin embargo, la firma KPMG consideró que los estándares pueden ser afinados, al calificar el mercado privado de bonos verdes como el «salvaje oeste». Las reputaciones siguen en juego y aún existen otras interrogantes relacionadas con la sostenibilidad de los negocios principales de los emisores y sobre los beneficios medioambientales de los proyectos.
Wim Bartels, Director Global de Sostenibilidad de informes y validación en KPMG, afirmó que «los criterios estandarizados para determinar lo que constituye a un bono verde son cruciales para la credibilidad del mercado. Si existen demasiados emisores con cuestionamientos sobre la credibilidad de sus bonos, el crecimiento del mercado se podría ver afectado y desalentar a inversionistas y emisores.»
KPMG espera que más emisores publiquen informes anuales y se den a conocer los resultados de sus inversiones, pues deben demostrar que realmente consiguieron beneficios medioambientales.
El Sr. Bartels aconsejó a los emisores que «por el momento sólo emitan bonos verdes que cumplan con los criterios comprobados, que eviten mejoras de eficiencia medioambiental que estén debajo del promedio del mercado, lo que se relaciona estrechamente con los grandes desafíos medioambientales que enfrentamos, como lo son el cambio climático y la escasez de agua, además que no financien proyectos que generen controversia.»
A pesar de que existen riesgos que afrontar, los bonos verdes han sido adición positiva al financiamiento climático y se están convirtiendo en un vehículo hacia a una economía con bajas emisiones de carbono.
Crédito fotográfico: Ken Teegardin